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Resumen

Cuentan que en una herrería de Pamplona el joven Julián Gayarre cantaba la jota:“Retunantísimo sol: / si tú fueras jornalero / no saldrías tan temprano / y te irías más ligero”. Nuestra sociedad navarra, con medio siglo de vida industrial, no recuerda que fuimos hasta ayer los jornaleros del cantar de Gayarre. Olvidamos que durante siglos existió una relación directa entre las cosechas recogidas en el campo y las ventas de comerciantes y artesanos en la ciudad. El año de nieves crecían las compras de los campesinos y los pueblos reducían su miseria. Para los años sin nieves ni bienes, la matanza del cerdo un poco mitigaba el malpasar del invierno.Y en los años sin nieves los pudientes adelantaban trigo y dinero a quienes podían devolverlo con intereses al finalizar la siguiente cosecha. El trigo y la cebada alcanzaban su precio máximo en los mercados de Tudela y Estella a finales de mayo. El inicio de la siega en la Ribera hacía caer los precios en junio. Para los tratantes de cereales era el momento de comprar grano, que encarecían al llegar el invierno. Siega y trilla concluían en la cuenca de Pamplona avanzado el mes de septiembre.

Número
52
Número de páginas
84-90
Numero ISSN
1696-1161
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