02910nas a2200121 4500000000100000008004100001100001800042245007300060856006200133300001200195520256300207020001802770 d1 aFrancesc Bayo00aLos toques de campanas de la Seo: en busca de un instrumento perdido uhttps://dialnet.unirioja.es/servlet/extart?codigo=4898219 a451-4633 aEn aquellos tiempos, en que la Seo era un templo abierto al culto y que todavía estaba unida al Palacio Arzobispal por un paso elevado, aún había campaneros que vivían en la torre. Tenían allí su casa, igual que otros servidores del templo vivían en diversas dependencias, porque el hogar familiar era una de las maneras de pagar su trabajo. Allí, en unas habitaciones ubicadas entre la torre, las falsas y otros lugares de la catedral, habían vivido los campaneros durante generaciones. El trabajo tenía muchas obligaciones, no pocos peligros, diversas incomodidades a causa del clima tan duro de Zaragoza y una paga escasa, pero la casa, más o menos cómoda, permitía sacar adelante una familia. Los campaneros, como otros oficios de la Seo, eran profesionales laicos, a menudo con familia, mejor o peor pagados, y que ejercían su trabajo según unas reglas muy estrictas, ya que ordenaban la vida litúrgica y cotidiana de una Catedral tan grande, tan antigua y tan importante como ésta. Como ocurría en las iglesias importantes de Aragón (otras catedrales, las parroquias de las grandes ciudades) los campaneros no seguían siempre su trabajo de generación en generación, sino que eran profesionales que aprendían de su trabajo, pasaban una oposición, y lo ejercitaban hasta su jubilación. Sus hijos, y también sus hijas, les ayudaban casi siempre en sus toques, sobre todo para los días de fiesta y para los muertos importantes, pero pocos seguían el oficio del padre, que era arriesgado, mal pagado y peor reconocido En estas grandes iglesias los campaneros se dedicaban sólo a este oficio y no ejercían, como en las parroquias menores y en los pueblos, de sacristanes y de campaneros a la vez: aquí había muchas obligaciones y no se podía faltar a ninguno. Únicamente, tras sus toques, podían cumplir otras tareas auxiliares, de limpieza o de traslado de los numerosos objetos necesarios para el culto. Incluso, en los últimos tiempos, el campanero alternaba el trabajo de tañer las campanas con el de silenciero de la Seo, es decir el encargado de mantener el orden a lo largo del día. Subiendo por la torre se llegaba a la casa del campanero, tanto desde la plaza como desde unos pasillos y recovecos de la propia Seo. Hasta la misma puerta de casa llegaban una o dos cuerdas, para tocar alguna de las campanas sin subir hasta su altura. De esa manera los campaneros se llevaban trabajo a casa, ya que debían tocar muchas veces al día, y posiblemente lo más penoso de su oficio fuese subir las pesadas escaleras. a84-7753-720-8